La nueva generación: ¿una oportunidad o el salto al vacío?

Discurso de Kitty Sanders en el Instituto para el Pensamiento Estratégico

Hola Estimado auditorio!

Hoy me gustaría hablar con ustedes acerca de la juventud en sentido amplio.

Juventud – en el sentido de la innovación, carente de experiencia, y con falta de continuidad.
Juventud – en el sentido de los jóvenes, de la generación que va a crear el futuro.

A menudo me preguntan acerca de Rusia. Yo siempre me centro en el hecho de que la Federación Rusa marca una nueva etapa en la historia de Rusia. Se inició con la caída de la Unión Soviética, en el cuerpo descompuesto de un estado totalitario.

En general, para muchos de la Federación Rusa es un nuevo estado joven, debido a que el régimen soviético borró o distorsionó toda la historia pre-revolucionaria. Y le lavó el cerebro a la población acerca de todo lo que se llevó a cabo durante más de 70 años.

Como consecuencia de todo esto, en los años noventa el pueblo ruso no tenía ninguna experiencia en la construcción de una sociedad basada en los valores de la libertad y el liberalismo, lo cual era sólo un deseo desnudo. Por lo tanto el pueblo ruso decidió recurrir a la experiencia de otros países.
“A cuya experiencia se le debe prestar atención?” – preguntándole a los medios de comunicación y la políticos.

¿La experiencia de Europa? No, porque Europa estaba dominada por un modelo socialdemócrata. De la palabra “social” surgía ante sus ojos la imagen del “plan estatal”, “la distribución equitativa”, el estatismo – y todos empezaron a sentir que se enfermaban con esas ideas.

¿La experiencia de EE.UU.? Por supuesto, la experiencia americana fue muy importante, pero en los Estados Unidos estaba en el poder el demócrata Clinton y el Partido Demócrata, que durante mucho tiempo había estado ocupado en la conversión de los EE.UU. hacia el bloque socialista. Además, los Estados Unidos no fueron una experiencia radical de privatización de la economía, aunque la economía nunca fue estatal (que fue lo que que llevó al rápido crecimiento del país y a su condición de superpotencia).

5¿La experiencia de Asia? En parte sí, los diseñadores rusos en lo referente a las privatizaciones se centraron en la experiencia de Japón, no obstante, Rusia y Japón son países demasiado diferentes como para simplemente copiar la experiencia japonesa.

¿La experiencia de China comunista? Sus regímenes colectivistas rígidos? No. Tampoco es un modelo a adoptar.

Los economistas y periodistas rusos se orientaron hacia la búsqueda de la experiencia de América Latina. Dónde la experiencia fue de una transformación capitalista audaz y exitosa. A principios de los 90 Rusia había estudiado febrilmente el modelo chileno.

Así, la sociedad rusa comenzó a celebrar un interesante debate: ¿Es posible implementar rápidamente y con éxito una sociedad de mercado abierto en el modelo ruso? La prensa rusa informaba ampliamente acerca de la experiencia de los países de América Latina en lo referente la construcción de un modelo capitalista dominante, después de las dictaduras de izquierda.

Cuando salí de Rusia, específicamente de la dictadura de Putin, fui a América Latina, a esos países que han tenido la experiencia y la fuerza para destruir regímenes izquierdistas. América Latina me parecía una especie de “tierra de ensueño”.

¿Y cuál es la imagen que vi allí?

Chile, en donde los medios de comunicación derechistas no querían publicar nada que fuera diferente a las proclamas centristas de que “el capitalismo es “malvado” y de que el socialismo es “malo”; en donde los estudiantes de izquierda expresaban protestas la semana anterior; y en donde Bachelet, en su segunda vez que el poder, estaba tratando de establecer en el país una dictadura socialista blanda.

Brasil, un país que es en realidad una fachada sin relleno. Cuando uno se mete en lo profundo de la ciudad, uno puede ver los enormes complejos médicos que no funcionaron ni un sólo día, y simplemente permanecen vacíos debido a los permanentes errores la Comisión de Planificación Estatal. Y todo esto en el contexto de las necesidades de los ciudadanos.
Fachadas bellas y vacías, ésta es la respuesta de la izquierda a los problemas.
En Rusia, las llamamos “aldeas Potemkin” – un simulacro de aldeas establecidas a lo largo de la ruta que puedan ser vistas por el jefe de Estado. El propósito de estos pueblos construidos rápidamente es engañar al rey y mostrarle que todo lo que hay a su alrededor es muy bueno. La política izquierdista de Brasil es simplemente una gran “aldea Potemkin”.

Por último,la Argentina. En donde, mencionada públicamente, la palabra “derecha” hace tiritar a los liberales de derecha. Y en donde para encontrar y cooperar con los partidos de derecha se requieren varios meses de intensa investigación. Personalmente, recién hace pocos meses fui capaz de obtener una respuesta por parte del PRO. Éste es el único partido que se puede encontrar en Internet, que de alguna manera se autodenomina de centro-derecha. Mis cartas no eran respondidas, no encontraba una dirección. Pero tuve suerte. Yo estaba en la “Jornada de Puertas Abiertas” en la Facultad de Derecho de la UBA. Y en el primer piso, se presentaban los partidos, cada partido tenía una mesa con sus representantes y con sus símbolos. Después de mucho buscar y preguntar: “¿Dónde están los representantes de los partidos de derecha?”. Los estudiantes me señalaron una mesa en un rincón. Para mi sorpresa, en esa mesa había dos contenedores, debajo de los cuales había un cartel con los símbolos del PRO. Un poco más tarde me encontré con dos miembros del partido, ellos estaban de pie, cerca de un lugar solitario, intimidados, y con el logotipo del PRO.

Yo veo todo muy mal cuando la gente tiene miedo de expresar sus creencias. Tan sólo el recuerdo del Foro en Buenos Aires en 2014 en el que los participantes estaban protegidos por tres destacamentos policiales contra los izquierdistas de Quebracho, me hace sentir mal. Por otra parte, por alguna razón, la izquierda en el Foro de Sao Paulo no necesitaba de ninguna protección. La gente también tuvo que recuperarse del ataque a López Murphy. En todos estos países hay una atmósfera de miedo y silencio.

En la Unión Soviética esta atmósfera se maximizó. La gente ha tenido miedo de decir cualquier cosa en contra del gobierno, ha tenido miedo incluso de pensar de manera diferente al pensamiento del partido. Aun cuando el partido había cambiado de opinión constantemente. Por ejemplo, hasta 1956 existía la necesidad de hablar sobre Stalin como un “gran líder y padre”. Pero después del vigésimo Congreso del año 1956 la gente tenía que decir que Stalin fue un “dictador sangriento”.
Y de forma similar, sobre una variedad de asuntos. Tú dabas una respuesta equivocada en el mejor momento de tu carrera y estabas terminado, y en el peor de los casos terminabas en un hospital psiquiátrico para un tratamiento médico forzado dónde terminarías muriendo.

La atmósfera general evoca al libro “1984”, la parodia que Orwell irónica y brillantemente denominó “crimen del pensamiento”. Esto es miedo. Cuando las personas se estremecen en sus camas por la noche al escuchar el ruido de un coche que pasa que los lleva a pensar: ¿Y si de repente soy yo al que van a llevar?

El poeta ruso Osip Mandeshtam expresó estos sentimientos de esta manera:

Petersburgo, todavía no quiero morir. Tú tienes mis números telefónicos.
Petersburgo, yo aún tengo las direcciones en las que podré hallar las voces de los muertos.
Vivo en una escalera falsa, y en mi sien golpea profundamente una campanilla agitada.
Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada Moviendo los grilletes de las puertas.

Podrán entender plenamente el horror de este poema sólo aquellos que han vivido por décadas en ese espantoso estado de “retraso de la ejecución”. Sin embargo, cualquier persona puede entender que la vida en un estado de miedo, no es una vida. El miedo es sordo y hace que uno no actúe. Mientras la gente tiene miedo, no tiene ganas de nada, se paraliza. Las izquierdas logran exactamente esto – el miedo, generando confusión. Quieren que no pronunciemos palabras, que no nos expresemos en los teléfonos que no sean los laborales, que nos convirtamos en fantasmas, en lugares vacíos. Lenin, Mao, Stalin, Putin, Morales, Castro, Kirchner, Bachelet, Maduro – todo lo que ellos quieren de nosotros – es una sola cosa: que desaparezcamos. Para que nosotros no dificultemos el goce de su poder. Algunos de ellos destruyeron físicamente a gente como nosotros. Hoy en día no se puede destruir a cientos de miles de personas, por lo que la nueva generación de izquierdistas se limita a apresar y a intimidar. Si la gente es intimidada, entonces no se va a oponer. Se la humilla, se violan sus derechos, y se la pone en la condición de ciudadanos de segunda clase. Mientras la gente tenga miedo de posicionarse claramente, nunca llegará a nada. En la Argentina y otros países de América Latina los jóvenes tienen miedo.

Estuve en muchas reuniones de los miembros jóvenes del partido PRO. Una gran cantidad de jóvenes apasionados que quieren cambiar la situación política, pero tienen miedo de expresar sus posiciones y entonces comienzan a participar en el populismo y a practicar esa repetición aburrida de consignas populistas.

Por lo tanto, estamos perdiendo a nuestra juventud. Una parte va hacia la izquierda, ésa no tiene miedo de posicionarse y expresar su propio punto de vista en público y con confianza.
Y la otra parte va a la derecha (o algo que se hace llamar derecha), que como no consigue un sólido apoyo ideológico termina cayendo en el populismo y el conformismo. Sólo unos pocos logran llegar a nosotros a través de grupos privados en Facebook, de centros de pensamiento, etc.

Entre la juventud rusa de los 90 había mucha más razón para tener miedo, ya que más de la mitad de la población estaba compuesta por comunistas desilusionados que entraron en pánico por la libertad resultante y no sabían cómo deshacerse de él.

Los comunistas, que fueron privados del poder, rápidamente trataron de recuperarlo. A principios de los años 90 el Comité Estatal de Emergencia tomó el poder del país, dicho Comité intentó detener la democratización de Rusia mediante la introducción del estado de emergencia para volver a la dictadura soviética.

A pesar de eso, había numerosas organizaciones juveniles. Esas organizaciones eran cien veces más activas que que las que veo en la Argentina. Por ejemplo, las organizaciones de jóvenes de derecha, como “La Juventud Yabloko “y “La Unión de Fuerzas de Derecha”, hicieron un trabajo de propaganda muy intenso. Las protestas masivas en apoyo de Boris Yeltsin fueron organizadas casi en su totalidad por los jóvenes.

7Actualmente, he visitado la mayoría de las organizaciones juveniles, desde las de izquierda hasta las de derecha. Las he observado desde el interior de su estructura. Y quiero decirles que están infectadas de izquierdismo y de miedo, por lo que se terminan comprometiendo con los justicialistas.

Los izquierdistas en la Argentina se encuentran en una cooperación muy estrecha y el trabajo con los jóvenes es de un estilo autoritario. El líder les indica a los jóvenes cuál es la forma de percibir, interpretar y relacionarse con los fenómenos. Ningún otro punto de vista puede ser admitido. Cualquier intento de argumentar, o por lo menos de plantear un punto de vista distinto, va a recibir siempre la misma respuesta: “El Partido siempre sabe más que tú.”
Este es el método socialista estándar de trabajo para con la gente. El líder establece el marco ideológico, y salirse del mismo constituye una traición. Y el que lo hace va a ser colectivamente tildado de traidor.

En esta estructura, la identidad no es importante, lo importante es el lugar (estatus) que una persona ocupa. Del lugar (estatus) de esa persona dependen sus características y los beneficios que esa persona recibe. Sus creencias no importan. La identidad en el sistema de la izquierda es meramente una función, y no una persona con sus características propias. Por eso, Lenin decía que “no hay personas insustituibles”.

Los grupos de derecha en Argentina están muy fragmentados y son de difícil acceso, operan en gran medida a través de clubes privados (que sólo se pueden encontrar a través de amigos de amigos), o en forma “abierta” en ciertos períodos (como el partido PRO durante la campaña de Macri-2015).

He aquí algunos ejemplos. El PRO comenzó a responder a mis cartas sólo cuando comenzó la campaña de Macri-2015, porque necesitaban urgentemente voluntarios para la construcción de techos en las zonas pobres. Con los del Partido Liberal Libertario me las pude arreglar para contactarlos sólo a través de contactos personales via Facebook. Las cartas a sus contactos oficiales no eran respondidas. Después de largos esfuerzos me las arreglé para reunirme con miembros del partido, los que por alguna razón durante el encuentro terminaron hablando de algún tipo de conflicto entre adultos asociados con el acoso homosexual al jefe del partido. En general, después de esa reunión, no pude encontrarlos más.

¿Qué hubiera pasado si en mi lugar hubiera estado un hombre menos resuelto? Nada habría pasado, nunca se habrían instalado los contactos, la cooperación se habría frustrado. ¿Qué hubiera pasado si en mi lugar hubiera estado un sponsor potencial? Del mismo modo – no habría pasado nada.

¿Cómo actuaría un joven que quiere un cambio y busca una alternativa al poder actual? Inicialmente, él irá a Google y buscará en Google “partidos de derecha en la Argentina”. Él encontrará entonces una partido llamado PRO, que se encarga de enviar a los barrios pobres (Vishi) dinero de los contribuyentes, diciendo al mismo tiempo que “los del PRO son tan progresistas que también pueden ser llamados de izquierda”.

¿Qué encontré en las organizaciones liberales (siempre y cuando las haya podido encontrar, por supuesto), pues sólo algunas conferencias durante el término de seis meses.

Ciertamente, en la Argentina hay un movimiento liberal. Pero ¿podemos llamar a estos clubes privados un “movimiento”? Estos clubes son muy difíciles de encontrar, hace falta saber exactamente dónde encontrarlos, ser muy persistentes, o tener amigos que estén en ellos y que se ofrezcan a contactarlos.

Por lo tanto las oportunidades para el joven argentino de establecer los contactos necesarios son muy bajas. Y las oportunidades para el no-argentino (por ejemplo, estudiantes o inmigrantes) son cercanas a cero.

Surge la pregunta. ¿Por qué la gente joven en los años 90 en Rusia fue capaz de ganar a una gran cantidad de personas, aún cuando las organizaciones de izquierda eran muy fuertes?

La respuesta es simple: porque la juventud en los años 90 tenía una columna vertebral ideológica. Cada joven confiaba en la exactitud de sus creencias. Nadie dudaba de que la “derecha”, o de que el “capitalismo”, es más eficiente que la “izquierda” o el “socialismo”. Y la palabra “derecha” en la Unión Soviética fue marcada en forma aún peor que en la Argentina. Porque la victoria de Rusia sobre la “derecha” (que incluye a los nazis, erróneamente) es la base del mito nacional. Ser llamado “de derecha” bajo la dominación comunista equivalía a suscribirse al hecho de que tú apoyas la matanza de 27 millones de personas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial. Eso es lo que dice la propaganda de los comunistas.

Sin embargo, durante los 90 los jóvenes creían en sí mismos. Creían que iban a llevar al país a la prosperidad. Así era que inspiraban la confianza de las personas que los seguían. Los jóvenes son, precisamente, el motor del progreso y del éxito. Todos nosotros, la “Generación del 90”, la “Pepsi Generation”, o como la llamemos, estábamos absolutamente convencidos de que teníamos razón. Así ganamos esa batalla.

Exactamente esta columna vertebral ideológica es lo que le falta a la juventud de la Argentina. Los izquierdistas se apoderaron completamente el discurso político en este país. Ellos están programados para creer que las personas que no piensan dentro del ideario socialista son ciudadanos de segunda clase.

Así es que cuando los mismos liberales dicen “Yo soy liberal” empiezan a mirar a su alrededor con culpa, como si fueran criminales.
¿Es esto aceptable?

Entonces las personas que los rodean se sienten inseguras y con miedo y piensan: “pero… si lo están ocultando, es que algo esta mal…” Cuando un líder no está seguro de sus ideales y de su victoria, nadie lo va a seguir.

Es la columna vertebral ideológica/filosófica – es la confianza en sus creencias basadas en el conocimiento – lo que da la fuerza que es capaz de cambiar esta realidad. El analfabetismo económico y político empuja a esa gente miope (que ve el árbol y no ve el bosque), hacia las ideologías de izquierda. Tenemos que educar a la gente joven.

Si tú me preguntas, ¿qué pasa con los cursos de López Murphy? Yo te voy a responder que esos cursos son simplemente preciosos, pero ¿cuántos son sus discípulos? ¿10, 12?
Estos números comienzan a crecer sólo con la educación de los jóvenes.

La juventud argentina está abierta al conocimiento, pero no sabe dónde conseguirlo. Una gran cantidad de alumnos jóvenes y los estudiantes van al PRO sólo por buscar este conocimiento.
Pero ¿Qué es lo que consiguen?
Consiguen esta respuesta: “No importa si eres de izquierda o derecha… lo principal es derrotar la pobreza. Ven a construir casas y reparar techos”.
¿Y por qué se fueron al PRO? La razón es simple: porque este partido es famoso y tiene la reputación de ser “la oposición”. La mayoría de los jóvenes no sabe lo que es el “liberalismo”, la “derecha” o la “izquierda”… Ellos sólo van en busca de algo que sea la oposición al poder. Ellos escuchan sólo sobre el PRO. En el PRO son sometidos a un lavado de cerebro por el tipo de propaganda que en realidad es de izquierda, por lo tanto, como resultado, tenemos jóvenes que bajo el lema de la “oposición” trabajan con métodos populistas y usan métodos de izquierda. En el PRO están haciendo futuros funcionarios de los chicos jóvenes. ¿Qué van a hacer a continuación en la política? Precisamente, bajo las consignas de la oposición, van a “lavar el cerebro” de la próxima generación de jóvenes que buscan una alternativa.

Antes de este discurso, me preguntaron: “Desde mi experiencia, la experiencia de los años 90. ¿cómo hacer para atraer a los jóvenes e involucrarlos en la vida política?”
Resumidamente, les diré: Es necesario dar a los jóvenes una columna vertebral ideológica (y filosófica), únicamente con eso va a ser posible superar el clima de miedo que impera en la sociedad, e incluir a los jóvenes en la vida política activa.

Los jóvenes necesitan ser educados ideológicamente y filosóficamente: a través de la prensa, conferencias y debates. Necesitamos educarlos para entrar activamente en una vida política real, no sólo animarlos a leer literatura. Tenemos que enseñar a los jóvenes a comprender y participar en el proceso político.

La Argentina carece de organizaciones políticas reales existentes sobre la base de los principios del liberalismo sin concesiones; carece de los medios de comunicación de derecha.

Los jóvenes pueden hacer cualquier cambio en el país, porque tienen la verdad histórica de su lado.
En Ucrania, los jóvenes pudieron incluso derrocar al gobierno corrupto. Ellos controlan ahora el nuevo gobierno con la ayuda de los ciudadanos.

Los funcionarios corruptos en Ucrania le tienen miedo a los jóvenes, ya que se ha convertido en un tema político.
Y esto sucede en un país que durante muchos años estuvo ¡bajo la presión de la totalitaria Unión Soviética!

¿Son los jóvenes de la Argentina – un país con una rica historia liberal – incapaces de cambiar su destino?

Gracias a todos.